De Cicumba a Lempira: la difícil conquista de Honduras 1ª parte

Infantería Española Siglo XVI

Entre 1530 y 1536, Andrés de Cereceda, gobernó la provincia de Honduras-Hibueras cuya sede en ese momento era la recién fundada villa de Trujillo. Andrés de Cereceda era originario de Salamanca, ciudad en la que también nacieron Francisco Vázquez de Coronado y su sobrino Juan Vázquez de Coronado. Francisco Vázquez de Coronado en México creyendo las patrañas del fraile Marcos de Niza quien aseguro haber visto una de las siete ciudades de oro de Cibola, entre 1540-1542 dirigió una expedición que partió desde Culiacán (México) buscando infructuosamente las tales ciudades llegando hasta Kansas(EUA). El sobrino Juan Vázquez de Coronado, por su parte fue conquistador de Costa Rica y ejerció cargos de administración en Honduras, salmantino (natural de Salamanca) lo fue Francisco de Montejo, conquistador de Honduras y del cual hablaremos líneas adelante.

Andrés de Cereceda entre 1522-1523 participo como tesorero en la expedición de Gil González Dávila, quien recorrió desde Chiriquí en Panamá hasta las orillas del lago de Nicaragua, Cereceda escribió una crónica de aquella expedición llevando cuenta de las leguas que recorrieron, del oro que “recolectaron” y de las personas que bautizaron; en aquella expedición según Cereceda:

Tornáronse cristianos, treinta y dos mil doscientas sesenta y cuatro animas.

Dieron de presente (regalaron) para sus majestades ciento doce mil quinientos veinticuatro pesos, tres tomines de oro, lo mas de ello bajo.

Mas ciento cuarenticinco pesos de perlas, los ochenta de ellos que se hubieron en la isla de las Perlas estando allí[1].

De lo que si podemos estar seguros es de la cantidad de oro y perlas que obtuvieron, pero de que hubieran bautizado tal cantidad de nuevos cristianos resulta difícil de creerle.

El cronista de Indias, Pietro Martire d`Anghiera más conocido como Pedro Mártir de Anglería (1457-1526), cuenta un episodio de esa expedición de Gil González Dávila, aunque para algunos es ficticio, tal episodio fue un dialogo asombroso entre dos seres humanos nacidos en las antípodas, un Gil González Dávila que no daba crédito cuando el cacique Nicarao hilvanaba pregunta tras pregunta, como, por ejemplo: ¿Hacia dónde van las almas al abandonar el cuerpo de un ser humano? ¿Sabes de una catástrofe universal como el diluvio? (historia que también conocían los indígenas) ¿La tierra alguna vez se pondría boca arriba? También le interrogó sobre el fin de los hombres y el linaje humano[2]. Todos los castellanos que posiblemente escucharon aquel dialogo debieron de maravillarse de que aquel indígena semidesnudo, bárbaro e incivilizado pudiera ser capaz de hacerse tales cuestionamientos, los que sólo se escuchaban de boca de un europeo, por esa transcendencia es que se supone ficticio, como si el acto de preguntarse cosas tan elevadas no fuera alcanzable a los indígenas.  

De Nicaragua, Gil Gonzales Dávila regreso a Panamá, donde compro una carabela y se marchó para la isla de Santo Domingo y a Cereceda lo mando a España, custodiando la quinta parte del oro y perlas que pertenecían a la corona. Más tarde, Cereceda volvería a Honduras donde seria contador del gobernador Diego López de Salcedo, quien gobernó la provincia de 1526-1530, al morir López de Salcedo le nombro su sucesor.

Tras la muerte de López de Salcedo la provincia que ya era un caos, lo siguió siendo bajo el mando de Cereceda, las conjuras y puñaladas estaban a la vuelta de cada esquina, en 1532 aparecieron dos navíos donde venia  Diego de Albítez que había sido nombrado por el rey gobernador de Honduras-Hibueras, Albítez apenas nueve días de haber llegado falleció repentinamente, dejando como su sucesor a Andrés de Cereceda, sin duda hombre providencial, porque capacidad para  gobernar no tuvo y más bien parece que para negocios turbios y destruir las poblaciones indígenas le sobraba talento.

La villa de Trujillo por esos días era una misérrima población, un sitio en el caribe que parcamente aparecía marcado en las “cartas de marear” de los marinos españoles, ahí apenas subsistían unos pocos castellanos que languidecían harapientos, mientras los indígenas que sufrían explotación morían de la peste, para colmo según un informe de 1533, en tres años no había llegado barco ni de España ni de las Antillas[3]. En aquellos barcos que arribaban de España las bodegas iban repletas de vino, ropa, productos alimenticios que los primeros conquistadores tanto extrañaban, además de armas, herramientas, caballos tan necesarios para la conquista. Parecía que nadie quería venir a Honduras, las noticias de tesoros fabulosos de México y del Perú enganchaban a muchos buscavidas. Ante escenario poco auspicioso el gobernador Cereceda decidió trasladar la población a otro lugar, proyecto que no recibió todo el apoyo requerido y varios pobladores prefirieron quedarse a malvivir en Trujillo.

Andrés de Cereceda, partió de Trujillo con 130 hombres, que bien visto no eran muchos para someter y conquistar aquella tierra y sus habitantes. En 1534, en imprecisa ubicación a tres leguas de Quimistan  siete de Naco y 23 de Puerto Caballos (Puerto Cortés hoy), Cereceda fundaría la villa de Buena Esperanza[4]; por supuesto de esperanzador la nueva población solo tuvo el nombre; porque en mayo de 1535, Diego García de Celis en informe mandado a España comento:

y agora digo que de los ciento y treynta que de trugillo partymos y a naco llegamos no ay al presente mas de setenta y tres[5]

Al igual que en Trujillo el panorama era desolador, siempre acosados por el hambre y los indígenas que querían echarlos de su tierra. En 1535 una solución decidida de común acuerdo entre las autoridades municipales de Buena Esperanza fue buscar ayuda en Guatemala, donde se hallaba Pedro de Alvarado. Esa misión en busca de socorro le fue encomendada a Diego García de Celis, quien partió acompañado de diez hombres.

Con las fabulosas noticias que llegaban del Perú, donde se decía que la hueste de Francisco Pizarro se había forrado de oro tras la captura y posterior ejecución de Atahualpa el soberano de los incas, los hombres bajo el mando de Cereceda se querían largar al Perú o donde hubiera oportunidad de hacerse ricos, del ansia de botín al motín hay poco trecho, el 29 de abril de 1536,  al alba, unos quince hombres, asaltaron la casa del gobernador Cereceda, quien adolecía de una apostema que le restaba movilidad. El gobernador comento que:

estando yo en mi cama durmiendo dar sobre (roto) posada los dichos Juan Cabrera y Diego Diaz de Herrera y Francisco (roto) y Diego Maldonado principales amotinadores y con ellos otros XV (roto) y mas onbres a caballo y a pie todos muy bien armados y con mucho ynpetu entraron los de a pie en my posada y tomaron una docena de lanzas ginetas y lanҫones y ballestas y rodelas que en el portal della estaban syenpre a punto por nuevas que los mas dias tenia que los yndios de la tierra alҫados hazian juntas para dar en el pueblo especialmente quando via que por salir a buscalos quedaban poca gente y asi mismo tomaron frenos de mis cavallos a este ruydo yo me levante apriesa como onbre sano…(roto) Que heran yndios que daban en mi casa (primero) por culpa de las velas que de españoles siempre me parecio que era justo que aunque se fuesen del campo andando en la conquista de la tierra o del pueblo que no me lo avia de hazer saber y puesto en mi acuerdo conocidas las bozes de algunos dellos luego entendí que hera gente amotinada que se yba y que me quería pedir lizencia para yrse o que nos fuesemos todos y syno tomársela[6].

Los amotinados le hicieron a Cereceda una sutil amenaza de muerte si éste no abandonaba la región y se largaba a Trujillo. El gobernador trató de condescender con aquellos, reprochándoles que podían esperar un poco las nuevas de García de Celis y que, de no tenerlas, él personalmente sería el primero en ensillar su caballo e irse con ellos. Los amotinados le refutaron que el tesorero Celis no iba a volver y que la tierra de Honduras era cosa perdida…

Si algo tenían aquellos castellanos era un extraño humor, rayano en la más completa ramplonería, los amotinados ordenaron ensillarle un caballo al gobernador, como este arguyó que la apostema que tenía era en sus partes pudendas le impedía cabalgar, lo hicieron curar en público. El aludido cuenta:

aunque no estaba para cabalgar a cavallo ni podia syn gran daño mio como me subsedio y me hizieron (curar) delante de todos que estando el mal en el lugar do estaba no podia ser syn descubrir algo de lo que se debe ataxar[7].

Luego lo hicieron subir a su caballo y lo sacaron del pueblo acompañado por cinco indígenas y cuatro españoles; uno de a caballo y los demás a pie, con la advertencia de que se fuera a Naco, a donde se le enviaría el resto de sus cosas personales y haberes. Eso no era algo para tomar a la ligera, el gobernador, cabalgando solo por aquellas parajes, podía ser una presa codiciada para los indígenas alzados que atisbaban cualquier movimiento de los castellanos y lo único que cargaba para defenderse era su espada. Afortunadamente para Cereceda antes que las cosas se pusieran más candentes, Pedro de Alvarado, apareció con su gente procedente de Guatemala, se hacía acompañar de 80 españoles bien pertrechados y 300 indígenas auxiliares; los terribles indios “Achies” que sembraron el terror entre los indígenas de Honduras.

Andrés de Cereceda cedió la gobernación de la provincia de Honduras a Pedro de Alvarado, quien debía de enfrentar a Cicumba; el caudillo de la región del Ulua, vital para controlar la salida al mar Caribe.

Pedro de Alvarado, Gonzalo Guerrero, Cicumba y la cautiva sevillana

Toda gran historia, en este caso la de Honduras, tenía sus protagonistas y antagonistas, sus héroes, sus personajes con diversas motivaciones, matices y actuaciones, diferencias de cultura y cosmovisión. Hubo personajes que buscaron conquistar y otros, por su parte, que defendieron celosamente la tierra de sus ancestros. Una autentica epopeya hondureña…

La región del río Ulua, alguna vez exótica, remota y poco conocida en los manuales de geografía del mundo; pero de amoroso arraigo para los hondureños, sería el escenario donde se enfrentarían la tropa conquistadora de Pedro de Alvarado contra el cacique Cicumba y su aliado, el asombroso español Gonzalo Guerrero.

De Extremadura, de la baja nobleza, de familia de hidalgos con más linaje que riqueza fueron Gómez de Alvarado y Mesia, con su mujer Leonor Contreras, tuvieron nueve hijos, de los cuales seis viajarían a América a conquistar y poblar, entre ellos: Juan, Gonzalo, Hernando, Jorge, Gómez y Pedro de Alvarado; tres hermanas, Isabel, Sara y Catalina se quedaron en España. Tíos y sobrinos de los Alvarado también forjaron las Indias.

Cierto cronista dijo que, cuando Pedro de Alvarado desembarcó en América, sólo traía una espada y una capa como posesión. Los indígenas le bautizaron como Tonatiuh, que significaba el sol, pues rubio y de ojos azules[8] era algo nunca visto por aquellos. De él escribió Bernal Diaz del Castillo que parecía que estaba riendo, aunque le reprochara que fuera demasiado hablador y que hiciera trampa en el juego de totoloque”[9]. Era además buen jinete e irónicamente, murió en México aplastado por un caballo. Fue intrépido, desdeñoso del peligro, sumamente cruel y según algunos para nada bondadoso, al morir, su hija mestiza llamada Leonor (como su abuela) hizo trasladar su cadáver desde México hasta Guatemala, donde se le dio sepultura. La piedad familiar tiene obligaciones que cumplir.        

Pedro de Alvarado, fundó las actuales ciudades de San Pedro Sula y Gracias la cabecera del departamento de Lempira. En poco tiempo sometió todo el valle de Sula. Donde Andrés de Cereceda fracasó, triunfaría Alvarado. No cargaba en vano toda su experiencia en la conquista de México.

¿Quién fue Cicumba?

Cuando Pedro de Alvarado empezó sus operaciones militares en la zona del valle de Sula, el enemigo a enfrentar era el cacique Cicumba. De este líder indígena podemos atisbar parte de su historia a través de las crónicas e informes del momento. En la documentación se le conoce por diferentes nombres: Coҫumba, Ҫoҫumba y Socremba, pero actualmente el más generalizado es Cicumba. Es mencionado, además, en la documentación del periodo, por Andrés de Cereceda, Diego García de Celis, Antonio de Herrera, a la llegada de Alvarado a Honduras, Cicumba llevaba diez años luchando contra los españoles. Russel N. Sheptak indica que el territorio que comprendía el señorío de Cicumba era:

La asociación del nombre de Ҫoҫumba con los pueblos de Ticamaya y Toloa en el norte, y con Santiago en el sur, implica que su dominio era todo lo largo del Rio Ulua, en el centro del valle. Con este territorio, Ҫoҫumba controló todas las redes de comunicación por los ríos que conducían desde el valle hasta el golfo de Honduras y la península de Yucatán. Con su asentamiento principal de Ticamaya, controló el Río Choloma, o Balaliama, ruta directa a las montañas al oeste con sus minas de cobre utilizadas antes de la conquista[10].

La mejor forma para pacificar la región del Ulua fue fundar una población cercana a Puerto Caballos, tarea a la que Pedro Alvarado orientó su esfuerzo, siendo la fortificación de Cicumba el principal obstáculo. Así lo explicó Cereceda en su informe:

Convenia primero que ninguna cosa allanar aquello para se poder poblar una villa en el puerto de cavallos o cerca del se partio al dicho rio con hasta sesenta españoles de los que aca estavan y el traya (Alvarado) y muchos yndios amigos de los de guatimala y artillerria y como muy buen capitan maestro de semejantes cosas y no menos maña y sin peligro de ningund español aunque en vezes ubo heridos conquisto todas las albaradas de dicho rio y en especial la del (cacique) Cicunba principal señor del[11]

El baluarte defensivo donde se parapetó Cicumba, si algo dejaba en claro el documento de Andrés de Cereceda, fue tomado en una lucha que duro dos días y una noche. Se trataba de una albarrada, palabra usada para describir las fortificaciones, un vocablo de origen árabe que podía significar tanto una cerca o valladar construido de manera sencilla para impedir la entrada a un campo o bastión.

Diego García de Celis describe textualmente esa albarrada:

demas del rio de Ulua que es del cacique coҫumba que en la segunda a Vuestra Magestad escrivi que tenia su albarrada fortalecida de muchas andanas y cubos[12].

Andana según el diccionario es una serie de cosas puestas en línea, quizá se trataba de una suerte de cerco perimetral, mientras que cubos era un torreón circular en las murallas o fortalezas. Ateniéndonos a la descripción de García de Celis, la albarrada de Cicumba era fuerte, pero no lo suficiente para contrarrestar la artillería de Pedro de Alvarado. Resistió el asedio durante dos días y medio fue heroico desde cualquier perspectiva. 

Hace 500 años, la ecología del valle de Sula era totalmente diferente a la actual. El río Ulua, que drena la amplia región, más caudaloso en ese tiempo, era fuente importante de comunicación y algunas de las batallas que se realizaron a la venida de Pedro de Alvarado se disputaron en ese ambiente acuático. Fue así como, desde la zona de Yucatán, llegaron en apoyo de Cicumba 50 canoas dirigidas por el español renegado Gonzalo Guerrero.

Pedro de Alvarado “maestro en esas cosas” de la guerra, como lo llama en su informe Cereceda, para esta batalla ribereña acondicionó en la proa de una canoa un cañón, quizá un falconete, pieza de artillería ligera con el que hizo mucho daño a los indígenas, los que no tuvieron otra opción que la rendición. Así lo refiere Cereceda:

arcabuzeros y otras personas conbatiendo la entrada o salida del albarrada al rio y en la proa de la canoa una pieҫa de artilleria que con lo uno y lo otro hizo tanto daño en los yndios hasta que ellos de su voluntad se vinieron a dar obediencia y servicio a vuestra majestad[13].

Luego de diez años de lucha se rindió Cicumba y según la documentación del momento se volvió cristiano,[14] es muy probable y tratándose de un cacique del prestigio de Cicumba, se le haya reconocido el dominio de su jurisdicción, pues en la documentación se habla de un pueblo llamado Santiago Ҫoҫumba[15]  el antiguo cacicazgo de este líder, que posiblemente sea el pueblo de Santiago, en el actual departamento de Cortés. Es muy probable que tras su rendición, Cicumba, llevó consigo a una cautiva sevillana, la que supuestamente había convertido en su amante.  

Gonzalo Guerrero, ¿héroe o renegado?

Dicen que de Niebla, municipio de la provincia de Huelva, otros que nació en la localidad de Palos de la Frontera. Kilómetros más kilómetros menos poco importa cuál fue la patria chica de Gonzalo Guerrero. Al final de sus días luchó contra sus mismos paisanos defendiendo las tierras indígenas en Honduras. Vino a las Antillas en 1509 acompañando a Diego Colon. De su vida en Santo Domingo no se conoce mucho, pero sí que poco después se enroló en la expedición de Diego de Nicuesa, a quien se le había concedido la gobernación de Veragua.

En 1511, navegando de Veragua hacia las Antillas mayores, el barco en el que viajaba Guerrero naufragó; una veintena de sobrevivientes alcanzó la costa de Yucatán. Según los cronistas, la mayor parte de los náufragos fueron capturados por los indígenas y sacrificados a sus dioses. Al final permanecieron con vida únicamente Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero. Cuando Hernán Cortés fue a la conquista de México, enterado de tales náufragos, logró el rescate de Jerónimo de Aguilar, pero Gonzalo Guerrero, que ya había asumido la cultura maya e incluso formó una familia con ellos, se negó a unirse a Cortés.

Dios y Santa María e Sevilla fue lo primero que alcanzó a decir Jerónimo de Aguilar cuando se encontró con sus paisanos. Según el cronista Bernal Diaz del Castillo (1496-1584), este conservó en todos esos años de cautiverio un Libro de Horas, libro muy usual desde la edad media que contenía oraciones y un calendario litúrgico; ese era el único nexo que tenía Aguilar con el viejo mundo. Este sencillo acto de poseer un libro le ataba a su cultura, nunca asumió la del otro, aprendió la lengua maya para sobrevivir, por lo que Hernán Cortés valoro su aporte como traductor, después cuando llegaron a la zona náhuatl tuvo la eficaz ayuda de Malintzin o la Malinche, poderosa mujer siempre mal comprendida, así que en algún momento era la torre de babel, Malinche traducía del náhuatl al maya, y Aguilar del maya al castellano; y Cortés conquisto todo…

Jerónimo de Aguilar trató de convencer a Gonzalo Guerrero para que regresaran con los castellanos, a lo cual este se negó diciéndole:

Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tiénenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas, qué dirán de mi esos españoles, si me ven ir de este modo. (…) Idos vos con la bendición de Dios, que ya veis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traéis, para darles, y diré que mis hermanos me las envían de mi tierra[16].  

Identificado con su pueblo de adopción, Gonzalo Guerrero combatió con denuedo a sus paisanos. Un camino sin regreso rompía con su cultura europea para asumir otra bastante opuesta una de la otra. Por esa identificación y siguiendo sus convicciones, se movilizó hasta Honduras para luchar con la hueste del gran Cicumba, y allí murió. Andrés de Cereceda lo dejó asentado en su informe, describiendo el fin del renegado español:

dixo el cacique cicunba como en el conbate dentro del albarrada el dia antes que sediesen con un tiro de arcabuz se avia muerto un xpiano (cristiano) español que se llamaba gonҫalo aroca que es el que andava entre los yndios en la provincia de Yucatan veinte años ha y mas ques este el que dizen que destruyo al adelantado Montejo y como lo de alla se despoblo de xpianos vino a ayudar a los de aca con una flota de cinquenta canoas para matar a los que aqui estavamos antes de la venida del adelantado abra cinco o seys meses quando yo hize justicia de ciertos caciques de la tierra como atras he tocado porque fuy avisado de la traycion y junta que sobre (pazes)  tenia urdida y andaba este español que fue muerto desnudo y labrado el cuerpo y en abito de yndio[17].

Aunque el apellido Aroca tiende a confundir, sin duda se trata de Gonzalo Guerrero; además, no sería extraño que viniera hasta el valle de Sula, pues desde siempre existió una conexión entre Yucatán y la región del Ulua. El sacrificio de Guerrero podría responder a algo tan profundo como el amor filial; actuaba en concordancia con lo mejor del espíritu español en la misma tradición del Padre Bartolomé de las Casas o la de Antonio de Montesinos grandes defensores de los indígenas; la justicia no siempre vestía hábito de monje.

De la Sevillana quizá nunca sabremos el nombre, no lo consignó ni Cereceda, quien lamencionó en sus informes ni el cronista Antonio de Herrera (1549-1626), el cual, refiriendo un convenio que Cereceda firmo con Cristóbal de la Cueva, para fundar un puerto en el caribe hondureño, el cronista anotó lo siguiente:

Jurados los capítulos del concierto, acordaron que don Cristobal de la Cueva fuese a deshacer el fuerte o albarrada que tenía hecho el cacique Cicimba y a poner en libertad a una castellana natural de Sevilla, que había diez años que tenía por mujer que fue tomada con los que mataron en Puerto de Caballos, la cual persuadía a Cicimba que fuera amigo de los castellanos[18].

Tal convenio no se realizó. Cristóbal de la Cueva se fue por otro rumbo a fundar y poblar, cuando Cicumba se rindió, no se habló de la mujer Sevillana; se ignora si continuó haciendo vida marital con el cacique, si acaso hubo algún tipo de acercamiento amoroso entre la raptada y su raptor.

Diez años duro la heroica resistencia de Cicumba, cuando la conquista de México por parte de la hueste de Hernán Cortés se efectuó en dos años (1519-1521), el imperio de los Incas de igual modo se derrumbó como un castillo de naipes en cuestión de meses, como diferente fue el proceso de conquista de Yucatán donde la resistencia contra la penetración castellana duro años, pero explicar eso llevaría más espacio que estas simples líneas.

 Nada tiene de cobardía rendirse ante el enemigo, es doloroso sí, pero evita muertes innecesarias y la exterminación de un pueblo, los tratados de la guerra hablan de ceder para vencer, rendirse, pero no olvidar porque se luchó, y mantener viva el espíritu de resistencia, sobrevivieron los pueblos indígenas hasta el día de hoy, tal lección de resiliencia es lo que debemos valorar y respetar.

Sigla: AGI Archivo General de Indias


[1] Cereceda  Andrés de, et al. La Expedición de Gil González a Costa Rica y Nicaragua, p.34 disponible en: https://www.enriquebolanos.org/media/archivo/CCBA%20-%20SERIE%20CRONISTAS%20-%2006%20-%2003.pdf

[2] Ibid. p.42-43

[3] AGI GUATEMALA,49,N.6. Cartas de oficiales reales de Honduras. Carta de Juan Ruano, informando de la muerte de Diego Lopez de Salcedo…folio o imagen 1 disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/349849?nm

[4] Durón Rómulo. Bosquejo Histórico de Honduras 1502 a 1921. Tipografía del Comercio San Pedro Sula 1927 p.10

[5] AGI. GUATEMALA, 49,N.11. Cartas de oficiales reales de Honduras. Carta de Diego Garcia de Celis, tesorero, informando de la conquista del Valle de Naco… folio o imagen N° 2 disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/349854?nm  

[6] AGI GUATEMALA 39,R.2,N.6. CARTAS DE GOBERNADORES, Carta de Andrés de Cerceda, gobernador de Honduras, folio o imagen N°3-4 disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/348648?nm

[7] Ibid. folio o imagen N°5

[8] Thomas Hugh. El Imperio Español de Carlos V. Editorial Planeta. España, 2012, p.120

[9] Ibid.

[10] Sheptak, Russel N. Noticias de un cacique indígena de la época colonial: una contribución a la historia colonial de Honduras. VII CONGRESO CENTROAMERICANO DE HISTORIA, Tegucigalpa, 19 al 23 de julio de 2004,p.15, disponible en: https://www.academia.edu/833754/Noticias_de_un_cacique_ind%C3%ADgena_de_la_%C3%A9poca_colonial_una_contribuci%C3%B3n_a_la_histora_colonial_de_Honduras_2004_?email_work_card=reading-history

[11] AGI. GUATEMALA. 39, R.2, N,6.  CARTAS DE GOBERNADORES. Carta de Andrés de Cereceda, Gobernador de Honduras. folio o imagen N°13 disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/348648?nm 

[12] AGI.GUATEMALA. 49, N.11 Cartas de oficiales reales de Honduras. Carta de Diego García de Celis, tesorero, informando de la conquista del Valle de Naco… folio o imagen N° 5, disponible en:  http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/349854?nm 

[13] AGI. GUATEMALA. 39, R.2, N,6. CARTAS DE GOBERNADORES. Carta de Andrés de Cereceda, Gobernador de Honduras,  folio o imagen N° 14 disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/348648?nm 

[14] Sheptak, Russel N. op cit. p.12

[15] Ibid. p.13

[16] Thomas Hugh. El Imperio Español de Carlos V. Editorial Planeta, Barcelona, 2010, p.220.

[17] AGI. GUATEMALA. 39,R.2, N,6. CARTAS DE GOBERNADORES folio o imagen N° 14 disponible en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/show/348648?nm 

[18] Herrera Antonio de. Historia General de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Imprenta y Editorial Maestre, Madrid, 1950. Tomo XI, p. 293-296

Ilustración Biblioteca Nacional de España: Historia orgánica de las armas de infantería y caballería españolas desde la creación del ejercito permanente hasta el día por el Teniente General Conde de Clonard.

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