Viajeros a Trujillo en la provincia de Honduras 1540-1620

Los desposeídos, los pobres de la tierra, desde siempre han emprendido la migración, no fueron la excepción los españoles que cruzaron el Atlántico, huyendo de la miseria o de las abismales diferencias sociales de un modelo económico que en los albores del capitalismo aun arrastraba formulas feudales de explotación. Hubo quien viajo motivado solo por el afán y la ambición de riquezas, otros por la aventura, la fama y el honor.

Cuatro hidalgos, decía el padre Bartolomé de Las Casas, querían venir a América porque deseaban que sus hijos crecieran en un mundo libre[1], una pareja de granjeros ansiaba emigrar para cumplir el deseo más humano y sentido en el mundo agrícola: dejar a sus hijos una herencia, un pedazo de suelo, anhelaban y lo expresaban: dejar a nuestros hijos en una tierra libre y agradable[2].

Durante el periodo de la conquista los que arribaron a las costas hondureñas fueron soldados, hasta hoy, el contingente más numeroso del que se tiene registro cierto es la hueste que llevo Pedro de Alvarado (1539) con aproximadamente 350 personas[3], entre soldados, la servidumbre y acompañantes de su esposa, Beatriz de la Cueva; conocida después con el triste mote de la “sin ventura”. En décadas posteriores los inmigrantes nunca volvieron a superar esa cantidad, por ejemplo, entre los años de 1567 a 1577 apenas desembarcaron en el caribe hondureño, 58 viajeros[4].

Para todo el siglo XVI, haciendo una revisión de los Catálogos de Pasajeros a Indias (salvo que el que escribe tuviera un notable margen de error) se registraron como viajeros a Honduras, un total aproximado de 950 migrantes, una cantidad muy exigua comparada con otras regiones. Se calcula que a Hispanoamérica en ese mismo siglo la cantidad de migrantes no habrá excedido los 250.000 viajeros[5], claro sin contar la emigración clandestina que la hubo y que nunca falta.

La Casa de Contratación de Sevilla fue fundada en 1503 con la intención expresa de regular el trasiego de mercaderías, la navegación y el tráfico de personas al nuevo mundo, a las posesiones de Castilla. El registro fue exhaustivo y genero una cantidad de información que luego en época reciente el Archivo General de Indias (en adelante AGI) de esa ciudad, editaría en sendos volúmenes; consignando los viajeros que hicieron la travesía atlántica. En esos volúmenes los registros son escuetos, solo se consigna el nombre del viajero, los acompañantes y lugar de destino, pero la documentación que genero puede ser consultada y revela datos sumamente valiosos sobre los motivos de un viaje, la calidad de las personas y su estatus. 

Algunos viajeros que cruzaron el océano eran bastante inesperados, por ejemplo, en 1616, los frailes Francisco de San Martin y Juan de la Cruz, viajaban desde España al lejano oriente acompañados de veinte japoneses, los registros de estos inusuales viajeros pueden verse en el Catálogo de Pasajeros a Indias volumen X  que comprende los años de 1616-1625, en tal catalogo la información es sucinta, cualquiera podrá preguntarse los motivos y circunstancias de tan singular viaje, que sin duda no era otro que la evangelización. Para ser más precisos tendríamos que ver las licencias de viaje donde se asentaban los datos de cada viajero, menuda tarea debió de ser eso pues las maneras de castellanizar los apellidos extranjeros solían ser bastante risueñas. Tal viaje de los veinte nipones debió de ser muy arduo, cruzar el Atlántico, llegar a Veracruz atravesar todo México hasta el puerto de Acapulco, para embarcarse en el galeón que hacia la travesía del Pacifico; meses de viaje en el cual hasta se podía perder la vida.

En ese Volumen X del catálogo de Pasajeros a Indias, donde se informa del viaje de los veinte japoneses, aparece un tal Domingo Muñoz, viajero hacia Honduras, se puede leer la forma breve en que se adjuntó en el catálogo:

                                                      4440

                                                                                                      1625, Junio, 30

Domingo Muñoz[6], negro libre, a Honduras de donde es natural. información y licencia en Contratación, 5391,N.22

Contratacion,5539,L.5,F.12v

A menudo suelen verse en los registros, viajeros de ascendencia africana en ruta hacia las Indias, en ese mismo volumen X por citar un par de casos: en 1617 una mulata llamada María de Mesa viajaba al Perú donde vivía Antonio Rosado, su marido. Ana Diaz, negra libre según se describe, en 1620 regresaba a la Nueva España (México) y lo hacía acompañada de su hija Beatriz, quien era descrita como mulata y se asentaba en la información que regresaba de donde había venido; lo cual significaba que eran naturales de esa región, es decir precursoras de los primeros afromexicanos.

En mis pesquisas documentales me encontré casualmente con la licencia de viaje del mencionado Domingo Muñoz, quien efectivamente era libre y recién había logrado tan preciado bien natural, el aludido viajero regresaba a casa, a Trujillo en la provincia de Honduras; viaje para el cual debía de cumplir una serie de requisitos antes de emprender la travesía atlántica. Que un negro libre viajara solo y sin aparente razón levantaba las sospechas del caso, y tal prevención era extensible a muchos, sobre todo se le negaba el viaje a quien no presentara dos importantes requisitos: primero una razón o motivo de viaje, y segundo, que no tuviera rastros de sangre judía o mora, que no hubiera sido penitenciado por el Santo Oficio de la Inquisición, ni que fuera de los recién conversos. En una palabra, el viajero debía ser “cristiano viejo” es decir que sus padres; abuelos, bisabuelos hubieran sido de fuerte raigambre cristiana (católicos de cepa dirían) y venia bien como es lógico suponer; que se hubieran hallado en cuanta batalla entre moros y cristianos hubo en suelo hispano en siete siglos de reconquista.

Domingo Muñoz, para obtener la licencia de viaje, debió de presentar la carta de libertad que garantizara su pasaje al nuevo mundo, en su solicitud a la Casa de Contratación de Sevilla expresaba lo siguiente:

Domingo Muñoz de color negro. Digo que su magestad me da lisencia para que pueda Bolver a la provincia de honduras de donde bine y Para que conste como soy libre hago presentacion ante Vuesta señoria desta carta de libertad que me dio el capitan Duarte de Melo residente en la ciudad de Truxillo[7]

La carta de libertad o carta de “ahorría”, entendida la definición de ahorría como la cualidad de “horro”, que según el diccionario de la lengua castellana era una persona que habiendo sido esclavo alcanzaba la libertad. El juez y contador de la Casa de Contracción, Antonio López de Calatayud, dio fe que en los papeles de aquella institución se encontraba tal carta de libertad[8]. Cualquiera podría pensar que el capitán Duarte de Melo era un hombre piadoso y que concedía la libertad a su esclavo, pero no lo era, y era más negrero (tratante de esclavos) que cualquiera, portugués al fin y al cabo y estos fueron los que comenzaron ese tenebroso e inhumano comercio en sus posesiones africanas mucho antes que Cristóbal Colón llegara al nuevo mundo; entre sus líneas principales la mencionada carta decía:

Sepan cuantos esta carta de al horrio y libertad vieren, como yo el capitan Duarte de Melo, Residente en esta ciudad de Truxillo, provincia de honduras, y de partida para los reynos despaña otorgo y conozco por esta carta y digo que por cuanto yo tengo por mi esclavo un negro llamado Domingo Muñoz criollo desta dicha ciudad, el cual por los buenos servicios que me a fecho y por ser buena obra y porque por el y en su nonbre, me a dado y entregado Ana Muñoz, su madre, otro esclavo llamado Sebastian en su lugar del cual y su valor estoy contento y entregado a todo mi voluntad realmente, y cerca de lo cual renuncio las Leyes de la entrega prueba y paga como en ella se contiene cuanto estoy contento y pagado del valor del dicho Domingo Muñoz negro mi esclavo, por lo haber recibido el en dicho esclavo sebastian y por esta Raҫon en aquella bia y forma que mexor haya lugar de derecho, axorro y doy por libre de cautiverio y sujecion que tenia de el dicho Domingo Muñoz[9].       

Así pues, no había tal sentimiento piadoso, la libertad de Domingo Muñoz fue a cambio de la esclavitud de un tal Sebastián, esta carta aparecía fechada y otorgada en la ciudad de Trujillo en julio de 1623, se ignora la razón por la que el liberto viajo a España en compañía de su antiguo amo; quizá un servicio que le presto de última ocasión.  

Se desprende en el documento que Domingo Muñoz tenía algunas posibilidades económicas, pues así lo registra el documento cuando se aclara en la licencia para viajar, que el liberto tenía madre en la dicha ciudad de Trujillo y “hacienda” con que poder vivir[10]; por lo cual se le extendió el permiso para volver a su tierra. Ahora bien, quizá nunca sabremos quien fue el esclavo Sebastián, si fue comprado para hacer el intercambio, quizá lo poseía la madre del liberto, cuando se dice que Domingo Muñoz ostentaba hacienda está hablando de bienes con los que poder subsistir y cuidar de su progenitora, así que Domingo Muñoz regresaba a casa.

Otros viajeros de origen africano los más, no viajaban en tal condición de libertos todo lo contrario tristemente esclavos harían la travesía oceánica, de la cual solo los libertaria la voluntad del amo, el naufragio del navío, que compraran su libertad algo todavía más difícil, o se volvieran “cimarrones” como aconteció muchas veces, solo así serian libres.

En 1549, Juan de Amaya de Vitoria viajaba a la ciudad de Trujillo no con un esclavo sino con ocho, y pedía licencia para pasar a la provincia de Honduras, tal licencia en su encabezamiento sin lugar a duda era efectivo pues lo concertaba el mismo monarca español:

                                                         El Rey

Por la presente doy licencia e facultad a vos Juan de Amaya de Vitoria vecino de la ciudad de Trujillo de la provincia de Honduras para que estos reynos e señorios podais pasar y paseis a las nuestras yndias yslas e tierra firme del mar oceano ocho esclavos negros para vuestro servicio yendo vos en persona a las dichas yndias e no de otra manera[11]

Se entiende por la licencia que ningún otro podía pasar los ocho esclavos solo el beneficiado con el beneplácito real, y por cada esclavo el propietario debía de pagar dos ducados por cada uno, buen negocio real; y se hacía énfasis de que solo era válida por una vez si quería llevar otros esclavos debía de conseguir otra licencia y soltar los ducados respectivos. Es de pensar que Juan de Amaya sino tenía alguna explotación agrícola o de cualquier otra índole para lo cual necesitara la mano de obra esclava, es probable que los vendiera en aquel puerto haciendo buen negocio.

Remesas y pedidos familiares

En 1585, Alonso Rodríguez, desde Trujillo, le enviaba una carta a su sobrina Francisca Rodríguez quien vivía en la localidad de Ocaña, actual provincia de Toledo en España, rogándole encarecidamente que viajara a esa ciudad, empezaba la misiva con un encabezado que decía:

Ilustre señora

Por otras cuatro tengo rogado a v.m tome trabajo de venirse a esta ciudad, y sola una de v.m he recibido, en que me dice que por falta de dineros y de compañía lo ha dejado de hacer, y que padece mucha necesidad, de lo que a mi me pesa, y siempre he enviado a v.m con que pudiese hacer el viaje muy a su gusto, y de esto no he tenido razón del recibo[12]

Ceremonioso el tío, llamando de “ilustre señora” o de v.m (vuestra merced) a la sobrina, quien pese a que le había enviado cuatro cartas rogándole hiciera la travesía náutica, apenas se tomó la molestia de escribirle solo una vez, quejándose que por falta de dinero no se embarcaba en la lejana España, según parece el tío le había enviado sus “remesas” y que de los diferentes envíos nunca había tenido un “acuse de recibo”. Pese a que sin duda la sobrina de Alonso Rodríguez parecía ser un poco “manirrota”, el buen tío le aseguraba en la misiva que le enviaba doscientos cueros consignados a Juan de Madrid, mercader de Sevilla en cal de Francos[13] , con la venta de estos cueros se podría asegurar algo para el viaje, y por si faltare le decía que se podría endeudar con cuatrocientos ducados que él se haría cargo de pagarlos.

Para que viajara más cómoda, el tío le sugería embarcarse con una criada, y hacer la travesía en compañía de unos amigos que por esas mismas fechas esperaban viajar a Honduras[14], viajar en compañía era lo más seguro para una mujer, quien corría peligro bajo el acecho de marinos, en ocasiones bastante libidinosos.

Terminaba la carta con el quejumbroso pedido del tío a la sobrina para que viajara prometiéndole que:

yo la tendré en lugar de hija, pues no tengo hijos ni parientes que mas obligación tenga que a v.m., pues no tengo otra sobrina, y todo lo que Dios ha sido servido de darme se lo tengo de dejar. Y porque entiendo hará lo que aquí le ruego, no digo mas, de que yo y Catalina del Aguila quedamos con salud, gracias a Dios, y con harto deseo de ver a v.m. en nuestra casa. Nuestro señor me la deje ver y guarde a v.m. , como yo deseo. Y de Trujillo, provincia de Honduras, a 2 de abril de 1585[15]

Cartas como esas cruzaron el Atlántico casi con los mismos términos, un pariente a quien le había ido bien le pedía a un familiar que hiciera el viaje, un esposo le demandaba a su compañera que no lo pensara mucho y tomase el primer navío hacia las indias. Un tío pidiéndole a un sobrino que empacara, que si hacia el viaje podría heredar lo que hubiere, un hermano al hermano prometía ayudar, le explicaba que para todos había oportunidad que tenia casa y huerta plantada, estancia o explotación minera. Las cartas se convertían en una prueba cierta, y suficiente motivo para iniciar el viaje, el remitente generalmente enviaba dinero para emprender la jornada, porque así ha sido siempre con los migrantes…

De Trujillo para España

En el Catálogo de Pasajeros a Indias volumen VII, en mayo de 1599, encontramos un viajero llamado Hernando Matute, quien se hacía acompañar de un criado, en el catálogo no se indica que Matute iba con destino a la ciudad de Trujillo, esa información se lee en la licencia de viaje, pues en el catálogo como siempre los datos son sumamente breves:

                                                     1599

5463. Hernando Matute, a Honduras de donde vino. 29 de mayo      5259.       A, n° 2r 2

5464. Pedro de Adalid, natural de Carmona, soltero, hijo del licenciado Antonio de Adalid y de doña Isabel de Gongora, a Honduras como criado de Hernando Matute[16], 29 de mayo. 5259 B. n°2r 3.

En la licencia de viaje de Hernando Matute parcialmente se brindan algunos datos sobre el motivo de la partida, pero para entender las causas reales y efectivas hay que deducir de lo que permanece oculto y sin nombrarse. Tanto de ida y vuelta en Honduras o España era necesario la licencia de viaje, en su caso, Hernando Matute solicitó tal permiso de la Audiencia de Guatemala, el órgano encargado de la justicia y gobierno del denominado reino de Guatemala, comenta el viajante en el documento:

Hernando Matute vezino de la ciudad de Truxillo de la provincia de Honduras dize que el vino con licencia de la Audiencia de Guatimala a estos reynos a negocios que tuvo que hazer en ellos y porque se quiere volver a la dicha provinzia de Honduras a V.A suplica le haga merced de le dar licencia para ello y llevar en su compañía y servicio a Francisco de tierra Angola y a Paula de tierra Angola, que trajo de aquella tierra[17].

Los tales Francisco y  Paula de “tierra Angola” en realidad eran sus esclavos, los cuales había llevado desde Honduras, y además pedía licencia para dos criados, aunque al final solo viajaría Pedro de Adalid, solicitaba igualmente se le permitiera llevar ropa y alhajas para su casa por un valor de hasta de 500 ducados[18], y recalcaba que como la ciudad de Trujillo, es puerto de mar y que acudían a robar los piratas y corsarios ingleses pedía también autorización para llevar varias armas entre arcabuces, espadas, dagas, alabardas, lanzas, cascos, morriones[19].

Obviamente, por los gastos que realizaba Matute, por los esclavos con los que viajaba y por los criados que también contrataba para sus servicios, se entiende que era una persona acomodada y eso se aclara cuando se menciona que tenía una encomienda indígena en Olancho que le daban un buen tributo[20].

Para viajar de Honduras a la península ibérica, Matute tuvo que demostrar que no tenía deudas pendientes con la Real Hacienda, ni que tuviera algún pleito judicial pendiente. Matute además como beneficiario de una encomienda debió dar ciertas fianzas, asimismo se obligaba a dejar casa poblada en Trujillo y Olancho, es decir debía demostrar que iba a seguir manteniendo arraigo en la provincia, igualmente la licencia era por un plazo de dos años, si acaso se vencía ese plazo dejaría de percibir los beneficios de su encomienda de indios.

Martin de Solorzano, alcalde ordinario de Trujillo, el cuatro de abril de 1598 aseguraba que el viajante había dado fianza, además dejaba casa poblada en esa ciudad como se le mandaba y no debía ningún impuesto ni derechos a la corona real[21].

El propio gobernador de la provincia de Honduras que por esos días era Jorge de Alvarado, también refrendo la licencia a Hernando Matute, y agrega más información sobre el viajero, declaraba el gobernador que:

don Jorge de alvarado governador y capitan general por el Rey nuestro señor en esta provincia de Honduras por la presente doy licencia a fernando matute para que en su conpañia lleve dos hijos suyos el uno nonbrado Rodrigo matute de hedad de onze años poco mas o menos y el otro llamado hernando matute de seis años poco mas o menos sin que ninguna persona se lo ynpida fecho en la ciudad de Truxillo de la provincia de honduras a veinte e quatro dias de abril de mill E quinientos y noventa y ocho años[22].

De la autorización emitida por el gobernador Alvarado se obtienen más datos sobre los motivos del viaje de Hernando Matute, pues en Honduras se embarcó con sus dos hijos y el regreso solo lo hacía con sus esclavos y su criado, se puede imaginar que el viajero llevo a sus hijos para que crecieran en la península, posiblemente los quería ubicar en una institución educativa de las que podían asegurar un buen futuro en la administración colonial o en la iglesia, quizá buscaba ubicarlos como pajes en la corte real o al servicio de un noble.

Y sobre los esclavos, Martin de Solorzano, alcalde ordinario de Trujillo nos provee de más datos cuando señala la procedencia de estos:

el negro nonbrado francisco de tierra angola vino a esta provincia de la tierra firme de la ciudad de cartagena el año pasado de noventa e tres en la nao maestre garci mendez Rapozo con certificaciones de los oficiales Reales de aver pasado a las yndias con licencia de su magestad y la negra nonbrada paula de tierra angola vino de la ysla española y ciudad de santo domingo el año pasado de setenta e nuebe en el navio de martin ybanez de ugarte[23]

Lo señalado por Solorzano, denota que el comercio de esclavos se realizó en cierta medida entre las mismas provincias, y que los desventurados, algunos no todos, recorrían medio mundo en esa triste condición; un día un esclavo estaba en el sur del continente; luego en Centroamérica y más tarde en el viejo mundo.     

De los residentes, naturales y recién emigrados

Entresacando información de los diferentes volúmenes de Catálogos de Pasajeros sobre viajeros a Trujillo, viendo la escueta información, aun así, podemos sacar algunas conclusiones sobre el estatus de los migrantes y discernir algunas características:

                                                            Año 1567

496 DIEGO LOPEZ DE RIBERA , natural de Trujillo de Honduras, hijo de Perafan de Ribera y de doña Petronila de Paz, a Honduras 30 de mayo[24]

                                                            Año 1581

3655 Hernando Matute, natural de Trujillo, Honduras, hijo de Juan de Matute y de doña María Coronel, a Honduras 12 mayo[25]   1-3111

                                                            Año 1593

2655 Constanza Calderón, natural de Trujillo, Honduras, soltera, hija de Hernando Calderón y de doña Teodora Troche, a Honduras como criada de Beatriz Álvarez 10 febrero[26]   III-164V

                                                            Año 1554

2293 Baltasar Troche Ponce de León, vecino de Trujillo (Honduras), hijo de Gaspar Troche y de doña María Ponce de León, a dicho lugar, en donde tiene a sus padres[27]. 1-50 v

Cuando se lee que el viajero es natural de Trujillo es que nació en esa ciudad y que su familia ya residía desde décadas o tenía arraigo en la zona, podrían ser de las primeras familias de conquistadores o quizá mercaderes que comerciaban con las flotas que llegaban a esa ciudad puerto, a diferencia de vecino que solo habita en la ciudad o es recién emigrado.

Mientras no revisemos las licencias del viaje no sabremos los motivos de una jornada, es evidente que había un constante flujo hacia ambos lados del océano entre aquellos pobladores, por ejemplo leemos que un hijo, Baltasar Troche Ponce de León, regresa a Trujillo donde tenia a sus padres ¿a que fue a España? no sabemos, pero si sabemos que sus padres permanecieron en Honduras y lo mas probable que se quedaron a vigilar alguna posesión o negocio quizá demasiados viejos para hacer una terrible travesía marítima. Aquellos que se presentan como naturales de esa ciudad podemos tener la certeza que eran los primeros hondureños, los primeros costeños, posiblemente más de algún descendiente de esos primeros emigrados siguen en esa costa contemplando la arena blanca y la mar azul del caribe nuestro…


[1]  Kamen Henry SPAIN 1469-1714: A society of conflict. Logman Group, 1983, p.92

[2] Ibid.

[3] Catálogo de Pasajeros a Indias Durante los siglos XV, XVII y XVIII

Redactado por el personal facultativo del Archivo General de indias bajo la dirección del director del mismo Don Cristóbal Bermúdez Plata. Volumen II (1535-1538), Sevilla, Imprenta Editorial de la Gavidia,1942.

[4] CATALOGO DE PASAJEROS A INDIAS Durante los siglos XVI-XVII Y XVIII Volumen V (1567-1574) Por Luis Romera Iruela y Maria del Carmen Galbis Diez Ministerio de Cultura, Direcccion general de Bellas Artes, Archivos y BibliotecasSubdireccion General de Archivos, 1980.

[5]  Kamen Henry SPAIN op cit, p.92

[6] AGI Catalogo de Pasajeros a Indias, volumen X (1616-1625), Sevilla, 1996 (catalogo de sala sin publicar)

[7] AGI. CONTRATACION,5391,N.22. Expediente de información y licencia de pasajero a indias de Domingo Muñoz, natural de Trujillo (Honduras) hijo de Ana Muñoz, negro libre. Fecha de presentación, folio 1. Disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/148156?nm

[8] Ibid. folio 2

[9] Ibid.

[10] Ibid, folio 4

[11] AGI.INDIFERENTE, 424,L.22,F.17.R. Real cedula dando licencia a Juan de Amaya de Vitoria, vecino de Trujillo de la provincia de Honduras, para llevar a Indias 8 esclavos negros, folio 1. Disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/257369?nm

[12] Otte Enrique. CARTAS PRIVADAS DE EMIGRANTES A INDIAS 1540-1616. Fondo de Cultura Económica. México 1996. p.235-239

[13] ibid

[14] ibid

[15] ibid

[16] Catálogo de Pasajeros a Indias Durante los siglos XV,XVII, XVIII, Volumen VII (1586-1599) por Ma del Carmen Galbis Diez Ministerio de Cultura Dirección General de Bellas Artes y Archivos 1986

[17]AGI INDIFERENTE, 2069,N.110. Expediente de concesión de licencia para pasar a Trujillo (Honduras) a favor de Hernando Matute, vecino de dicha ciudad, encomendero de Olancho, con dos esclavos negros, Francisco y Paula y Pedro de Adalid; criado. Folio o imagen N° 1, disponible en: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/440503?nm

[18] Ibid.

[19] Ibid.

[20] Ibid. Folio o imagen N° 3

[21] Ibid. Folio o imagen N°5

[22] Ibid. Folio o imagen N°6

[23] Ibid. Folio o imagen N°7

[24] Catálogo de Pasajeros a Indias Durante los siglos XVI-XVII y XVIII Volumen V (1567-1577) Tomo I (1567-1574) Por Luis Romera Iruela y María del Carmen Galbis Diez Ministerio de Cultura Dirección General de Bellas Artes,  Archivos y Bibliotecas Subdirección General de Archivos, 1980.

[25] Catálogo de Pasajeros a Indias Durante los siglos XVI-XVII y XVIII Volumen VI (1578-1585)Por María del Carmen Galbis Diez Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes y Archivos 1986

[26] Catálogo de Pasajeros a Indias Durante los siglos XVI-XVII y XVIII Volumen VII (1586-1599)Por María del Carmen Galbis Diez Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes y Archivos 1986

[27] Catálogo de Pasajeros a Indias Durante los siglos XV, XVII y XVIII Redactado por el personal facultativo del Archivo General de indias bajo la dirección del director del mismo Don Cristóbal Bermúdez Plata Volumen III (1539-1559) Imprenta de la Gavidia, Sevilla, 1946.   

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