Migrantes y remesas de Honduras para España en el siglo XVI

Cristóbal Rodríguez, en 1575, le escribía a su hermano Alonso Rodríguez Bravo, de como habiendo salido de la gobernación de Veragua había llegado a Honduras, a mercar negros, y que de negros se volvió el caudal que tenía en minas. La carta se la enviaba con un viajante de los muchos que por la provincia pasaban y que se llamaba Pedro Hidalgo, era tanta la premura porque el mencionado Pedro Hidalgo también llevaba prisa, explicándole en la misiva que por eso no le escribía a su madre, y rogaba el migrante que si le enviaban cartas se las recomendaran a doña Elvira de Guzmán en la ciudad de Comayagua. Le decía Cristóbal a su hermano en España: que si vuestra merced pudiere venir por aca, yo entiendo con la ayuda de Dios, que estas minas nos darán de comer, que son muy ricas, y tengo armado muy buena hacienda en ellas. Alonso Rodríguez habría de recibir la misiva en la Villa de Almodóvar del Campo, en el campo de Calatrava.

En 1576, Juan Blas Ruiz de la Vega, enfermo y tullido de los pies le escribía a su tío prior de San Marcos de León, en la Calera o Barrueco Pardo, lamentándose que antes le había escrito a él, a su hermano Andrés Ruiz, y a Hernando de Perales y que todavía no recibía contestación, el migrante le pedía a su tío puesto que no tenía hijos que le enviara a su sobrino Andrés de Perales para que le ayudara en las cosas de su hacienda, que él le daría hasta 30 mil pesos de oro, la cantidad que ofrecía el migrante era un buen negocio, por la cual cualquiera se arriesgaría a cruzar el Atlántico al acecho de piratas y corsarios, de tormentas y huracanes capaces de mandar flotas enteras al fondo del mar.

Un Manuel López, urgido por el amor o por las autoridades, porque era prohibido que un hombre casado residiera en las Indias sin su esposa, esto para evitar amancebamientos y pecados públicos, en 1613, le escribe a su mujer residente en la Puerta de Triana o en los Esparteros de Sevilla, la misiva empezaba con un tierno saludo que decía “Hermana de mis ojos” informándole a continuación que con Gregorio de Ynaga le enviaba 400 tostones para que con ellos se viniera a la provincia de Honduras en compañía de la hija de ambos.

Siempre a la Puerta de Triana entre los esparteros de Sevilla, ese mismo año de 1613, Diego Jaime de la Peña, le escribía a su sobrina María de Cabrera que se viniera a Honduras, a Trujillo específicamente, donde ya residía su marido Manuel López, a quien el había ayudado en varias ocasiones y quien le enviaba para su venida, 400 tostones. De Trujillo también, en 1585. Alonso Rodríguez le escribía a su sobrina Francisca Rodríguez que residía en la Villa de Ocaña que se viniera a vivir con él porque no tenía hijos; le comentaba en la carta que siempre le había enviado con que pudiese hacer el viaje –a saber con quién el migrante le había enviado dinero que nunca llego a manos de la interfecta- para esta ocasión el remitente le enviaba doscientos cueros consignados a un Juan de Madrid, mercader de Sevilla, y con el producto de su venta se pudiera venir a Honduras, incluso llevar consigo una criada y si esto no fuere mucho y si para viajar más cómoda que tomare prestado 400 ducados que el los pagaría.

Si migrar es un derecho y el migrante es una especie de ser humano mejor dotado para la sobrevivencia y un talento único, no es de dudar que aquellos lo fueron, aunque es discutible la conquista y colonización de América y no voy a abrir el debate en este escrito, solo me permito reflexionar, de las cantidades de dinero que se enviaron del nuevo mundo a familias españolas que debió de significar mucho, incluso la sobrevivencia en una sociedad que en algunos momentos se padecía muchas penurias, como bien nos ilustra sus penas el Lazarillo de Tormes y los otros picaros siempre trampeando por un mendrugo de pan. Hoy por hoy de España se envían miles de euros a familias en Honduras que igual significan mucho, incluso la supervivencia en un país que se hunde en la corrupción producto de una clase política delincuencial y maldita.

Omar Aquiles Valladares, Historiador

Deja un comentario